Cuando empezamos una relación y vemos que se consolida, lo normal es ir haciendo planes de futuro. Estos surgen, sin más. Pero el plan que nadie hace es el de «cuando cortemos haré esto». Obviamente, nadie piensa de esa manera porque todos esperamos que la relación sea para siempre jamás y colorín colorado, que peli más requetebonita nos ha quedado.
Pues no. Que las relaciones se rompan es algo completamente normal, aunque nunca sea plato de buen gusto. Si hacíais buena pareja, pero la cosa no funcionaba, da lástima porque prometía mucho. Si la relación era tormentosa, alegra perderse de vista, pero el mal trago te lo has llevado. Y el día después, ¿qué?
No hiciste planes de futuro para la ruptura, claro. Y de pronto te encuentras con un cambio radical. Pasas de tener pareja y compartir una vida, un espacio y un universo personal a no tener nada de eso. Tienes que alterar todas tus rutinas y costumbres, cambiar todo tipo de situaciones que anteayer dabas por hechas. No es fácil, lo sabemos.
Para facilitar el proceso, hay una serie de cosas que no debes hacer y otras que te ayudarán a pasar el duelo. Este no debe ocultarse, pues es necesario recorrerlo para curar las heridas del corazón. Pero hay maneras de facilitarlo para que, al final, puedas salir de la ruptura más fuerte y habiendo aprendido algo.
No te aferres a la esperanza de que la cosa pueda ir a mejor y que el lazo roto pueda remendarse. Cada día que estés esperando que todo se arregle es un día más que alargas el dolor. Dale portazo a esa idea y mira al futuro. Lo que se acabó, se acabó. ¡Chimpón!
Da igual si habéis acabado por las buenas o por las malas. Sea como sea, la ruptura requiere alejamiento y distancia temporal y física. Evita mantener un contacto estrecho las primeras semanas o incluso meses. Aléjate y mira en otra dirección, porque cuanto mayor roce haya, más posibilidades de que estalle un conflicto o que los sentimientos se confundan. El dolor se apaga más rápido si te cruzas menos con tu ex.
Lo de llorar unos días vale, pero eso de encerrarse a vivir la melancolía mirando por la ventana, ¡no! Dale un giro a tu vida y encuentra razones para salir de casa y hacer cosas que te motiven. No te amargues, busca el optimismo y la autonomía.
Centrarse en nuevos proyectos ayuda a que la mente esté más tiempo puesta en lo nuevo que en lo viejo. El dolor de la ruptura está ahí, pero haz que se convierta en un dolor sordo, enmascarado por tus otras preocupaciones y motivaciones, como aficiones, amistades y trabajo. Fijar metas y objetivos personales es la mejor manera de dejar atrás el pasado.
Cuando cortamos es usual sentirse mal con uno mismo. Muchas personas se ven feas o incluso se sienten tóxicas, venenosas. No lo permitas. Después de romper, hay que coger los trozos y reconstruir.
Mírate al espejo y haz que la ruptura sea como un propósito de Año Nuevo (pero de los que se cumplen). Cuida tu apariencia: deporte, salud, cambio de imagen y aceptación de que eres la caña de España. Más vida social, ¡y a comerse el mundo!
No te comas la cabeza, que de esta se sale. Muchas veces parece que una ruptura es el fin del mundo. ¡Ni caso! Céntrate en ti y mira adelante, porque volverás a brillar.
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