Las soluciones milagrosas son un espejismo, pero combatir la celulitis sería más fácil si dejaras de hacer algunas cosas que la atraen. Te contamos qué es lo que estás haciendo mal.
Puede que estés emitiendo un bufido acompañado de la típica expresión: «ya estamos». Reconócelo, el cigarro solo le queda bien a un actor de cine en blanco y negro. No solo perjudica a tus pulmones, sino a tu piel, que se vuelve menos resistente y gana incapacidad para regenerarse.
No te entra en la mollera: la ropa demasiado ajustada marcará mejor tus curvas, pero no es saludable. Comprarte una talla menos de vaqueros moldeará tu figura, pero ¿a qué precio? Para empezar, esos pantalones muy cómodos no parecen. Además, con este atuendo, las piernas van tan prietas que tu circulación necesita la respiración asistida. Este panorama favorece el aumento de tu celulitis. Opta por las telas finas… ¡y por pantalones de tu talla, por favor!
Uno de tus deseos en vacaciones es acampar en la playa y broncearte hasta que no haya un mañana. «¡Tendré que lucirme, que mi esfuerzo me ha costado llegar con este tipín al verano!», piensas. Puede que cumplas tu objetivo, pero estarás poniendo en riesgo tu otro reto: mantener a la celulitis a raya. Y es que, el sol envejece tu dermis y concede más protagonismo a la piel de naranja.
Echarte una siesta y ver una película junto a tu gato son dos placeres indispensables en tu vida. Hasta ahí, todo correcto. Ahora bien, cuando ese largometraje termina convirtiéndose en un maratón de aquellas cintas premiadas en los Goya que todavía no has visto, la cosa cambia. Si pasas más horas en el sofá que en cualquier otro lugar, estarás contribuyendo a que el sedentarismo continúe siendo la principal causa de la celulitis. ¡Levántate ya!
Apunta: el azúcar y la sal, las bebidas carbonatadas y alcohólicas, los fritos y, en general, la comida basura son prohibitivos si deseas lucir unas piernas de escándalo. Se trata, además, de una lista formada por cada uno de los enemigos de tus michelines.
La retención de líquidos y esa ingesta de calorías sin ton ni son favorecen la aparición de la piel de naranja. De nada servirán tus jornadas maratonianas en el gimnasio si te pones hasta arriba de patatas fritas media hora antes de acostarte. Tampoco, embadurnarte los muslos de crema anticelulítica después de un fin de semana en el que bebiste más copas que las que suman el Barcelona y el Athletic Club.
Es hora de que lo aceptes: la celulitis nunca se va del todo. Tendrás que acostumbrarte a ella igual que lo hiciste con aquel compañero de trabajo tan repelente. Eso sí, en aquella época pedías vacaciones diferentes a las suyas para no coincidir con él en todo el verano. Existía, pero no se le veía. Algo parecido puedes conseguir con tu piel de naranja. Disminuir su presencia es posible con estos sencillos gestos.
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