Ni te levantas «dando un salto mortal», como los Hombres G, ni con el pie derecho, como apunta el refranero popular. Un lengüetazo de tu perro sería una táctica infalible para espabilarte al abrir los ojos. ¿La mala noticia? Que no tienes mascota. Y entonces, ¿qué hacemos para vencer esa pereza que se apodera de ti como los nervios en la consulta del dentista?
Con tan solo unos simples gestos podrás darle la vuelta a la tortilla. Incorporar ciertos hábitos te ayudará a despedir a las incómodas legañas en menos de lo que canta un gallo (nunca mejor dicho). Así que desperézate, que nos ponemos en marcha.
La mentalización y la motivación son dos de los sustentos de este plan. Si no le pones ganas, todo se irá al traste. Esta recomendación puedes aplicarla también a tus dietas y a tu difícil reto de opositar. Por supuesto, está prohibido dormir menos de ocho horas. Si te pasas la madrugada viendo anuncios de sartenes antiadherentes y de cremas anticelulíticas, ¿cómo pretendes estar como una rosa antes de ir a trabajar?
Y por favor, ni se te ocurra trastear con el móvil antes de arroparte. Está comprobado: la luz de tu dispositivo retrasa el sueño. El libro es la mejor opción para conciliarlo (además de una rutina con más encanto). Lo más parecido a cuando mamá te contaba un cuento antes de dormir.
No hace falta que sea en lo alto del armario, pero colocarlo, por ejemplo, en tu escritorio o en la estantería te obligará a levantarte. Parece una tontería, pero una vez arriba, las cosas se ven de otra manera. ¡Ah! Y esa argucia universal de esperar otros cinco minutos para ponerte en marcha no va a hacer más que empeorar las cosas. ¡Coge el toro por los cuernos!
Encargarte de esta tarea nada más comenzar la jornada te servirá para activarte y sortear todo lo que se te ponga por delante. El orden en tu habitación te aportará positividad. Reconócelo, tenerlo todo manga por hombro te estresa y te mina la moral. No te olvides de acompañar la faena con música. Ya sabes, amansa a las fieras… Imagina que estás en un festival.
Antes de irte a la cama y al despertarte. Mantenerte hidratado resulta fundamental para dormir plácidamente. Sin agua es imposible motivarse, mantener el buen humor y encarar el día con energía. Por eso, debe ser uno de tus primeros hábitos para empezar la jornada. Tampoco es tan difícil, ¿no?
Tener la mitad de la tarea lista evitará preocupaciones de última hora y hará que madrugar no te parezca el infierno. ¿No entiendes que pensar en combinaciones de colores durante veinte minutos no te hace bien por las mañanas? Menos aún si tienes que planchar la camisa.
Si cumples con lo anterior, tendrás más tiempo para degustar el desayuno de los campeones. Cuando percibes ese olor a tostadas y mermelada, le quitas hierro al asunto. Si madrugar conduce a un premio así, ¡el esfuerzo merece la pena!
Los rayos en contacto con tu piel te despertarán despacio, sin sobresaltos, aportándote la calma necesaria. Ya sabes, nada de cerrar todo a cal y canto. Estar a oscuras solo era válido cuando jugabas a las tinieblas de pequeño.
Puede que al principio te cueste seguir estos consejos. Poco a poco, te saldrán por inercia, y conseguirás despertarte con una sonrisa. ¡Tu salto mortal será con tirabuzón!
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