¿Recuerdas tu última cena de empresa? Sí, nos referimos a lo que sucedió antes de esa gran resaca tras la que pusieron tu fotografía con el lema «El cliente del año», en la farmacia de tu barrio. Pues bien, si tu memoria se ha recuperado del shock, es más que probable que ya sepas los problemas laborales que te provocó el rechazar a ese compañero ligón.
La respuesta a esta pregunta es bastante complicada. En primer lugar porque dependerá de quién sea ese compañero y de tu relación laboral con esa persona. Y, en segundo, porque nadie tiene derecho a molestarte, por lo que quizá sea conveniente que conozcas los siguientes trucos:
– Compórtate con naturalidad. Se trata de disfrutar de la cena todo lo posible. Eso sí, recuerda que «no es no» y que si alguien te molesta demasiado estás en tu derecho de dejar bien clara tu opinión sobre su actitud. Ni eres un objeto, ni nadie tiene derecho a tratarte como si lo fueras.
– Siéntate con tus amistades de siempre. Siempre habrá alguien que te eche una mano para salvarte de las aviesas intenciones del ligón de guardia.
– «Estoy tomando un tratamiento, no puedo beber». Es, posiblemente, la frase más útil en estas circunstancias. No dudes en usarla para mantener siempre la elegancia y para justificar tu presunta antipatía.
Tras estos consejos, ha llegado el momento de analizar quién puede ser un ligón en potencia tras haberse tomado un par de cervezas.
Según un estudio, suele tener menos de 40 años y trabaja en el departamento de marketing. Tiene éxito en un 40 % de las ocasiones por lo que tampoco es que le vaya demasiado mal. Además, cerca de un 70 % de las personas que reconocen que terminaron teniendo algo más con un compañero ligón afirman que él dio el primer paso. Hasta un 85 % de las personas encuestadas repetiría la experiencia.
Es decir, que quizá ese compañero ligón sea la persona que buscaba alguna de sus compañeras. O, simplemente, que sea del hábitat natural de la oficina se convierte en una persona tan atractiva como imprescindible para compartir fluidos con él.
Si terminas enamorándote debes recordar el viejo adagio que dice «donde tengas la olla…» que también se aplica a las féminas. De todas formas, es algo que puede salir muy bien, cosas de Cupido, o terminar en escándalo público tras la próxima cena de empresa. Es la lotería del amor, que es tan peculiar como imprevisible.
Lo único que deberías tener claro es que todos cometemos errores, ¿te acuerdas del verano pasado en Benidorm? Y que si alguien intenta ligar contigo sin molestarte demasiado, quizá pueda subirte un poco tu autoestima. Dependiendo del nivel de baboseo, entendemos que puede ser una situación complicada, pero, a buen seguro, en peores garitas habrás hecho guardia y has salido de ellas con decisión y acierto.
De ti depende lidiar con los problemas que se pueden derivar de tu relación con ese compañero enamoradizo que intentará convertirse en tu pareja o, como mínimo, en alguien especial. Seguramente, serás capaz de superar cualquier tipo de situación que se presente en la próxima cena de empresa.
Y si no te apetece ir, pero no sabes qué hacer, recuerda a esa tía moribunda que tienes en Nueva Zelanda y que debes visitar antes de que sea demasiado tarde.
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