Sí, tus billetes se quedaron en la playa. ¿Y ahora qué?¿Vas a comprarle a tu hijo la mitad del uniforme? ¿Le meterás en la mochila del cole tu libro de Historia en lugar del que le corresponde? Por favor, ¡si en aquel entonces no se habían inventado ni las hombreras! El mal ya está hecho, así que ahora toca colocar un parche, como hacía tu madre cada vez que rasgabas tus pantalones en las rodillas. Sigue estos diez trucos y subirás la cuesta de septiembre como un ciclista profesional.
Con la tarjeta tienes más peligro que una cerilla junto a una lata de gasolina. Si llevas un billete de veinte euros, nunca podrás gastar treinta. Con la tarjeta, no hay límites. Bueno, el de tus ahorros.
Montar en bici, patinar… Hacer deporte no solo consiste en subirse a una de esas máquinas del gimnasio. Correr alrededor del parque también te hace sudar y es una alternativa ideal, ¡y gratis!
Te da tanta pereza escuchar las condiciones de cada compañía, que le das el sí quiero a la primera que llega. Emplear tiempo en elegir la que mejor conviene a tus intereses repercutirá de manera positiva en tu bolsillo. ¡Y no solo en septiembre!
¿Qué es eso de comer en el restaurante de abajo? Con lo bien que te sale a ti la tortilla de patata.
Una cazadora, una bufanda… Hay prendas que no pintan mucho en las tiendas en esta fecha, pero renovarás tu armario de otoño con estas gangas. Eso sí, ten cuidado; que no te cuelen una camisa con cuellos de los setenta, que también las hay.
Infórmate sobre los bonos. Con todos esos viajes que sumas al mes solo para ir al trabajo, te sale más rentable el tranvía o el metro que el coche.
Al principio requiere tiempo, pero en cuanto te hayas aprendido que la leche es más barata en tu supermercado de siempre, y el pan en el de la calle contigua, harás la compra de manera mecánica. ¡Casi de memoria!
No dejes enchufados la tostadora, el secador del pelo o la máquina de café si no los vas a utilizar. Cada detalle suma y repercute en tu factura. Y, por supuesto, apaga la luz cada vez que sales de la habitación.
A ver, ¿para qué necesitas ese pintalabios si ya tienes ocho del mismo color? Para cumplir con este punto basta con poseer cierto sentido común.
No tienes por qué renunciar a los encuentros con amigos. ¿Hay algo mejor que una cena en un restaurante? Sí, organizar una en casa. ¡Que cada uno prepare algo!
Si sigues este decálogo de trucos, esa cuesta tan empinada que lleva por nombre ‘septiembre’ se convertirá en un recorrido llano. Subirla ya no te costará ni sudor ni lágrimas.
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