La Perricone, la de la alcachofa, la de la zona, la de la piña… Lo sabemos; podrías enumerar de carrerilla los regímenes a los que te has sometido en tu vida. A todos los has acabado odiando más que a tu profesor de matemáticas del instituto. Sí, te tienen manía. Se ponen de acuerdo para hacerte sufrir y obligarte a pasar más hambre que un náufrago.
Por si aún te queda algo de fuerza de voluntad, te desvelamos las claves de este sistema de abstinencia que todavía no has probado. La primera ventaja de seguir la dieta GM es tu ahorro en la cesta de la compra. La lista de alimentos que puedes comer es tan ínfima que hasta el menú de tu hámster resulta más variado. Otra consecuencia positiva es que no se apilarán platos chorreando grasa en tu cocina. De hecho, en ocasiones no utilizarás ni recipiente para tus comidas. Una fruta y ¡a volar!
Si ni esto te frena, pasamos a desgranar este plan de adelgazamiento. El primer día desayunarás un vaso de agua y una manzana. ¿Que tienes hambre? Te espera el aperitivo de las doce: un bol de melón o sandía. Lo mismo que para comer y merendar. ¿Se te queda corto? No hay problema: bebes agua. Además, te esperará una cena para quitarse el sombrero: una rodaja de melón o una manzana. Como ves, un auténtico festín. Y esto es solo el principio.
El segundo y tercer día se reservan a los vegetales. Un menú que quita el sentido: una patata cocida, coliflor lechuga o brócoli. Todo hervido, por supuesto. Ni se te ocurra acudir a la mayonesa o a la mantequilla. Piensa que siempre te quedará el agua, tu cóctel particular. Llegamos al jueves tirando la casa por la ventana. Te prepararás una sopa de verduras y podrás comer hasta ocho plátanos de una sentada. Rematarás la faena con cuatro vasos de leche.
¿Perderás esos siete kilos que promete este insoportable régimen? Puede que sí, pero ¿a costa de qué? Desde luego no te comerás la cabeza pensando en qué vas a hacer de comida mañana. Eso sí, la dieta GM tiene efectos secundarios, como cualquier método de pérdida de grasa de manera vertiginosa.
Para empezar, el efecto rebote no te lo quita nadie. Si quieres sortearlo, lo aconsejable sería eliminar un kilo a la semana. Los mareos, el agotamiento y la debilidad también están invitados a este cúmulo de despropósitos. Y es que este plan de alimentación no incorpora todos los nutrientes necesarios para nuestro organismo.
Tampoco la posibilidad de hacer ejercicio. A ver quién es el guapo que se sube a la bici con tan solo una rodaja de sandía en el estómago. Tu cuerpo estará hidratado porque otra cosa no, pero agua, beberás a raudales. Aunque te sentirás hundido en la más absoluta de las miserias.
Ahora que ya sabes qué es la dieta GM, ¿te estás planteando seguirla o no quieres verla ni en pintura?
Excusas para no empezar la dieta (otra vez)