Si tuvieras una lámpara maravillosa, uno de tus deseos sería decirle adiós a las dietas. Como los genios no existen, tendrás que confiar en tu fuerza de voluntad. El escollo que siempre irrumpirá en tu camino, como la lluvia cada vez que sales de la peluquería, es el azúcar, ese dulce veneno que te nubla la vista; esa incitación demoledora que te hace perder la cabeza.
Lo sabemos, no resulta sencillo controlar tus impulsos. Menos aún cuando sales del gimnasio y pasas por una pastelería. El aroma a bizcocho atraviesa tus sentidos y tus pupilas se dilatan con esa explosión de colores y ese piso triple de nata, fresa y moca con virutas de chocolate. Se te está haciendo la boca agua y pensar en algo triste como la retirada de tu banda preferida no resulta suficiente.
Puedes matar el gusanillo y dejar de lado el escaparate del deseo, pero será solo un parche. Más tarde tendrás que acudir al supermercado y no te quedará más remedio que atravesar la sección de bollería para alcanzar el estante de la leche mientras se te acelera el pulso. ¿El resultado? Claudicarás. Acabarás enterrando los productos sanos de tu cesta con palmeritas de chocolate, galletas de mantequilla y más delicias.
Pero el panorama puede empeorar. Sí, amigo, sí. No solo estás invadiendo tu cocina de grasas saturadas, sino que decides ingerir el fruto prohibido a media tarde. La peor opción. Alimentarnos de dulces a horas intempestivas, cuando ya estamos dispuestos a tirarnos en el sofá tras los vaivenes diarios, no es recomendable.
No estamos diciendo que un pastelito de vez en cuando sea pecado. La clave reside en la cantidad que ingerimos, pero también en el momento. Si le añades algo de chocolate a tus cereales matutinos, no solo saborearás una cucharada deliciosa, sino que inyectarás a tu cuerpo la energía ideal para acometer tus recados.
Además, ese paseo hasta el trabajo, una segunda trayectoria hasta el colegio de tus hijos y el camino a la panadería serán suficientes para despedirte del azúcar que recibió tu organismo en esas primeras horas del día. El peligro llega después. Para que el reto no parezca una travesía de espinas, cuestas y escollos, a la consabida fuerza de voluntad y al truco de incluir el dulce en el desayuno, añadimos estos otros para evitar a las magdalenas y a sus parientes a media tarde:
1. Haz tres comidas principales. Puedes tener dos momentos de capricho, cuyos protagonistas sean una pieza de fruta o un yogur. Te sentirás tan lleno, que con eso bastará.
2. Opta por el té. Una infusión de este antioxidante facilitará el control de tus niveles de glucosa. Te producirá sensación de saciedad, con lo que ni pensarás en pasteles.
3. Incluye fibra en tu dieta. Es saciante, al igual que el té, con lo que ya puedes llenar tu carrito de la compra de legumbres, verduras y cereales. No tendrás ojos para las galletas.
4. No compres bollos. Si no los tienes en casa, por mucho que te apetezcan, no tendrás más remedio que aguantar el chaparrón.
5. Haz ejercicio. Liberarás endorfinas, te sentirás relajado y dirás adiós al estrés y la ansiedad que te invitan al atracón.
6. Elige alimentos que quitan el ansia como las castañas, la calabaza o el boniato.
7. Utiliza el horno. Lo casero siempre es más sano. Usando harina integral y aceite de oliva en lugar de la mantequilla conseguirás un bizcocho más saludable.
Con estos consejos y tu principal arma, la fuerza de voluntad, este partido está ganado.
© Sociedad Española de Radio Difusión, S.L.U.
© Sociedad Española de Radiodifusión realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados a tal fin de conformidad con el artículo 67.3 del Real Decreto-ley 24/2021, de 2 de noviembre.