Esa actitud contestataria nace cuando lanzas tu peculiar mirada asesina al despertador cada mañana. Y no muere cuando les das un beso de buenas noches a tus pequeños, sino que se prolonga hasta que te levantas del colchón. Es decir, eres rebelde hasta dormido. Y no lo decimos porque en lugar de contar ovejitas cuentes lagartijas. Tampoco por esos sueños en los que vas desnudo al supermercado.
No, no nos referimos a tu insufrible manera de roncar o a que pronuncies palabras inconexas cuando estás en la fase REM. Hablamos de esa incomprensible manera de arroparte cuando el termómetro de la farmacia frente a tu ventana marca los mismos grados que tu sartén a punto de recibir un huevo.
¿Cómo es posible que puedas conciliar el sueño con calcetines de felpa y arropado con una manta palentina hasta la nariz? Cuando la nieve alcanza los ocho centímetros en los bancos del parque, perfecto. ¿Pero en verano? Las veces que te habrán formulado esta pregunta, acompañada de los ojos ojipláticos del emisor, ¿verdad? Pues, por fin, vas a poder dar una explicación convincente a quien cuestione este hábito.
Debes saber que no eres el único al que le pasa. No conocemos el porcentaje, pero, seguramente, si en la próxima reunión de vecinos preguntaras por este tema, te sorprenderías. Tal vez llegaríais a un acuerdo más rápido que cuando os toque votar por la derrama de la fachada.
Lo mismo da que te decantes por los estampados o que prefieras los míticos deportivos blancos adornados con un par de raquetas. Lo importante es que emplees calcetines de las fibras adecuadas. De esta forma, evitarás la sudoración. Por otro lado, debes elegirlos desahogados para no perjudicar a tu riego sanguíneo. Así podrás proteger tus piernas frente a la aparición de varices y evitar inflamaciones de tobillo. Siguiendo estos consejos, dormirás más plácidamente que nunca.
¿Qué se siente al descubrir que estás más cuerdo de lo que pensabas? Sea como fuere, lo importante es disfrutar de un buen descanso, pues dormir felizmente es primordial para muchas cosas en la vida. Lo mismo da que te pongas un pijama fosforito que un picardías de seda. Y aquí insertamos uno de los sabios refranes españoles: «Ande yo caliente, y ríase la gente», por aquello de la temperatura.
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