Un repartidor de comida china se ha perdido buscando el domicilio de la familia que había hecho un pedido. La cuestión es que ha ido llamando por teléfono y tocando el timbre de diversos hogares, pero nadie le entendía.
Aún no tiene mucho dominio del castellano, pero ha hecho un esfuerzo enorme y lo ha intentado de la mejor manera posible. La misión finalmente ha salido fallida, no ha dado con el dueño del pedido. Otra vez será.
No tiene pérdida alguna esta broma, llorarás de la risa.