Los atrevidos no se han cortado un pelo al llamar y la mayoría nos han dicho que no alquilarían sus viviendas, ni locos. Cada uno tiene su espacio vital, sus cosas y el simple hecho de pensar que alguien podría tocarlas sería horrible.
Una atrevida nos ha contado que tuvo un experiencia inolvidable, pero en el mal sentido. Se fue de vacaciones y al volver vio a dos extranjeros viviendo en su habitación. Su compañera de piso había alquilado su habitación sin permiso alguno. ¡Qué locura!
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