«¡Es la comida más importante del día!». Ese es el mantra que te han repetido durante años. Se supone que el desayuno debe ser fuerte, energético e infaltable. #NoSinMiDesayuno o algo así, reivindicación a tope. Pues resulta que a lo mejor estamos un poco equivocados.
Los nutricionistas más atentos a los estudios científicos rigurosos lo tienen claro: el desayuno es necesario, pero ni es la comida más importante ni es imprescindible. No se trata tanto de desayunar sí o sí, sino de desayunar bien. ¿Sabes qué alimentos no te hacen ningún bien? Presta atención.
El buen desayuno debe ser equilibrado. Después de horas de ayuno, el cuerpo tiene hambre de nutrientes diversos: quiere un poco de proteínas, grasas saludables, hidratos de carbono en su justa medida, fibra y vitaminas. Es justo lo contrario a lo que nos hemos acostumbrado durante décadas. Los alimentos que consideramos «de desayuno» resultan ser los menos indicados.
Los cereales de desayuno, infantiles o no, tienen una cantidad extraordinaria de azúcares y no aportan prácticamente nada más. No te saciarán, subirán tus picos de azúcar y tendrás hambre en un par de horas.
Estos productos funcionan como los cereales, son básicamente almidón y azúcares. Además, incorporan grasas de mantecas y aceites. Es un exceso de calorías que tu cuerpo no necesita.
Nutritivo por un lado y cargadísimo de azúcar por otro. Tiene frutos secos (bien), avena (bien), aporta fibra (bien) y es, en definitiva, un buen alimento. Pero la granola del súper contiene azúcar para parar un tren. Mejor, prepárala en casa.
Cómodas y rápidas. Pero no son más que ladrillitos de la mencionada granola. ¡No te ayudan!
La fruta, mejor fresca y entera, excepto si es un coco, una piña o un plátano (estas últimas, mejor pelarlas antes de morder). El zumo de bote contiene azúcares añadidos y suele estar filtrado, por lo que perdemos la fibra. Lo mismo con el zumo natural: ¡no lo filtres!
A primera vista podrían ser saludables. Llevan fruta, ¿verdad? ¡Pues no! Se les añaden lácteos y nos pasamos de azúcar cuatro pueblos. ¿Desayunarías una copa de helado de medio kilo? La respuesta es sí. Yo también lo haría. Pero ¿desayunarías una copa de helado pensando que es sano y para todos los días? No.
Cada vez hay más personas que, en vez de desayunar en casa, prefieren pillar un sándwich en alguna cadena de comida rápida, camino del trabajo. ¿Hace falta añadir más?
Si es un yogur natural, desnatado y no azucarado, la opción puede ser correcta si va acompañada de otros alimentos, como fruta y avena. Pero si se trata de la versión azucarada y saborizada, no te engañes. No es tu mejor opción.
Muy peliculero y poco usual en nuestros hogares entre semana. Pero ya imaginas por qué no son recomendables.
Contienen muchísima grasa. Las industriales, además, llevan azúcares. ¡Están por todas partes!
¿Se te hace la boca agua? Estos alimentos tan cargados de calorías son tentadores, precisamente porque la grasa y el azúcar nos llaman como una sirena. Y, como la sirena, acercarse es la perdición. Puedes darte el capricho de vez en cuando, pero si de verdad crees que el desayuno es la comida más importante del día, hazlo bien. Busca alternativas para tu día a día. ¡Por tu salud!
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