Has engordado un kilo esta semana. «¡Si he cenado sushi con zumo de piña cada día!», exclamas. Algo estás haciendo mal, eso seguro, ¿pero qué? Estás cansado de elucubrar sobre tu menú diario, de sortear los alimentos azucarados para nada y de leer cientos de recetas que ayudarán a bajar esa barriga que amenaza tu operación bikini.
Acertar con las comidas que repelen los flotadores en tu cintura te resulta más complicado que resolver con acierto una derivada. Ni eres bueno en matemáticas ni un erudito de los regímenes. Pero, ya lo decía tu abuela, todo tiene solución menos la muerte. Tan solo has de enmendar esos pequeños errores que estás cometiendo por desconocimiento. Crees que estos alimentos te están ayudando en tu propósito, pero consigues el efecto contrario. ¡Atiende!
Como estás convencido de que son sanos, no dudas en llenar tu cesta de la compra con cajas de todas las clases. Sus atractivos colores y los tiernos personajes que ilustran su envoltorio te pueden. ¡Que no te engañen! Estos aparentemente inofensivos productos contienen calorías a tutiplén.
Te vas a llevar otro disgusto. Que sea integral no significa que vayas a perder peso por consumirlo. Esta máxima es aplicable a cualquier producto con etiqueta de ‘ligero’ o a los alimentos libres de gluten.
El omega 3 es un nutriente necesario. Ahora bien, este manjar suele estar elaborado con arroz refinado, con lo que no nos libramos de los carbohidratos. Si encima eres generoso con la salsa de soja, apaga y vámonos.
Son bombas de azúcar que dejan en la cuneta a las proteínas. Por cada cuatro gramos de proteína, estás ingiriendo doscientas calorías. Ya estás empezando a odiarlas, ¿verdad? Así su extinción de tu dieta te resultará menos dolorosa.
Lácteos y azúcar. No eres consciente, pero cada vez que introduces una cucharada en tu garganta asistes a la fiesta de la glucosa. Y ya si sucumbes a atractivos sabores como la frambuesa, el melocotón o el plátano, estás perdido.
Sí, es fruta, pero para conservarla emplean más azúcar que la cantidad de laca que usaba tu mencionada abuela para mantener a raya a su icónico moño. Aléjala de ti.
Energía aportan, desde luego, pero con un puñado es suficiente. Las cantidades ingentes de sal contribuyen a la retención de líquidos.
No es el demonio, pero abusar de ella no es recomendable por su elevado contenido en grasa. No haces bien sustituyéndola por la mantequilla.
Para empezar, los vegetales no son frescos. Además, suelen incorporar aderezos altos en conservantes y en sodio, agentes que no se llevan nada bien con tu cinturita.
Si es sopa, es sana. Esa idea permanecía grabada a fuego en tu memoria hasta ahora. Cualquier producto envasado contiene ingredientes no aptos para tu dieta. ¿Por qué te crees que se conservan?
¿Eres amante de los zumos y los batidos? Opta por los naturales. Coge la batidora de vez en cuando. Tranquilo, no te van a salir agujetas. Los del supermercado se parecen a los caseros lo mismo que un huevo a una castaña. El proceso al que son sometidos los convierte en más azucarados de lo normal. Además, las proteínas y los minerales tienen la entrada prohibida a estos envases, igual que tu mascota en la piscina de tu barrio.
Como ves, solo necesitabas que alguien te abriera los ojos. Evitando estos alimentos, o disminuyendo su consumo, sortearás a los michelines ¡y tu salud te lo agradecerá!
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