Era demasiado tarde para volver a buscarlo y les pedían casi 100 euros por traérselo en avión. Pero una azafata oyó la historia y se lo llevó ya que volvía a viajar hacia el destino donde estaba la familia, encima en clase preferente…¡Aún quedan buenas personas en el mundo!
Por otro lado, un señor holandés, ha estado coleccionando mensajes en botellas desde hace más de 30 años. Se trata de una inusual afición desde 1983.
¡Escucha aquí a Patricia Imaz!