Son las 16:30 de la tarde, o quizás las 18:00, dependiendo de las extraescolares que tus hijos tengan ese día, si han ido a inglés, a gimnasia rítmica o a lo mejor os ha dado por la hípica, ¿quién sabe?
Mientras vas a recogerlos no solo piensas en todo lo que tienes que limpiar en tu en casa, la ropa que tienes que planchar, lo que vas a hacer para cenar o lo que comerás el día siguiente…no. Quizás lo que más te preocupa en ese momento es: ¿tendremos muchos deberes hoy?
Y es que los padres, en muchas ocasiones, se toman los deberes como algo que deben compartir con sus hijos, y nada más lejos de la realidad. Los deberes son un recordatorio de lo que han dado en clase ese día, de modo que es algo que deben hacer ellos, a ser posible solos (recuerda que en clase no estás tú a su lado, que solo te faltaba eso). Es posible que en un momento dado necesiten tu ayuda y te la pidan, y no vas a decirles que se apañen ellos mismos, pero, evidentemente, es tarea suya.
Querida madre de tres niños en edad escolar, seguramente te has sorprendido a ti misma en algún momento de tu vida gritando esta frase. Y es que uno te está preguntando acerca de las ecuaciones, otro si puede encender la tablet para informarse acerca de la vida y obra del Arcipreste de Hita y el tercero está discutiendo con los otros dos por no poder concentrarse mientras lee un libro en inglés. ¿Y tú? ¿En qué lugar quedas? ¿Te divides? Por unos momentos incluso piensas en presentarte en el despacho de la profesora y contarle tus miserias pero decides respirar y entonces llegas a una conclusión: los deberes son necesarios.
Tus hijos, esos pequeños mocosos que ahora mismo se pelean en el salón sobre quién se come los últimos cereales de la caja, deben aprender cuanto antes lo que es el compromiso, el trabajo y las recompensas que este da. Si los profesores les piden un trabajo, una reseña de un libro o un ejercicio de física y su profesor les suma unos puntos positivos a su ficha, estarán mucho más felices al llegar a casa y darte la noticia, de pensar que realmente lo han conseguido ellos. No será lo mismo si son conscientes de que has sido tú quien te pasaste la tarde leyendo la vida de Cervantes (que manía tienen en este colegio con la literatura).
Lo mejor de todo quizás sean las interminables conversaciones mediante mensajería instantánea de los padres. Créeme, es mucho mejor quedar mensualmente con el tutor que no volverte loca sin saber si creer a la madre de Pablo o al padre de Marta en lo relativo a los deberes de matemáticas: da un portazo y salte.
Así que lo mejor que puedes hacer es respirar, tomarte un tiempo para dar un paseo y pensar en que esos deberes de hoy y esas peleas en la cocina de casa cogidos de tus faldas para que les ayudes con los ejercicios serán las recompensas en sus empleos del mañana. Que los frutos y los beneficios serán que tengan ganas de prosperar en sus trabajos, de mejorar, de aportar cosas nuevas cada día y no serán el clásico empleado que pasa el día revoloteando alrededor de los compañeros intentando atribuirse un mérito que ha hecho la persona que tienen sentada en el ordenador de al lado…o quizás tú misma la noche de antes.
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