Hay cosas que seguro has hecho en el gimnasio cuando has tratado de ponerte en forma. No nos referimos a meter tripa delante del espejo ni a besarte los bíceps. Tampoco hablamos de dejar los asientos sudados (consejo/petición desesperada: ¡usa siempre toalla!). ¿A qué nos referimos?
De lo que hablamos es de los mitos, las malas prácticas y los errores que todos cometemos cuando somos novatos en el gimnasio. A ver si te reconoces en alguno y te sirve para corregir esos malos hábitos. ¿Nos acompañas?
Los veteranos ven a los novatos repetir continuamente los mismos errores. Y eso les hace sonreír con complicidad porque, seguramente, se reconocen en sus comienzos. ¿Cuáles son esos errores?
Uno de los mitos más difundidos es que para que el ejercicio cunda debe hacerse hasta la extenuación. Muchas personas se machacan en el gimnasio más allá de lo recomendable. Creen que si no acaban la sesión reventados, no han hecho las cosas bien.
Si tú eres uno de ellos: mal. Muy mal. No se trata de eso.
Cuando empiezas a hacer ejercicio lo primero es aprender a hacerlo. El ejercicio demasiado intenso y sin control lleva a lesiones y al estancamiento en los resultados. Por eso, debes seguir las rutinas que te indique el entrenador.
Por supuesto, quítate de la cabeza esa idea de que «yo ya sé». No, no sabes. No sabes adquirir la postura o ejecutar los movimientos bien. Tampoco sabes respirar adecuadamente y conforme al ritmo de trabajo. No sabes usar las máquinas ni diseñarte un programa de rutinas.
Durante las primeras semanas el monitor te enseñará las claves y, después de eso, seguirás necesitándolo para aplicar un plan que facilite tu progreso.
El entrenamiento es un proceso gradual. Muchos novatos pretenden ir a por todas forzándose con pesos que les llevan a unos límites con los que, en realidad, no están entrenando nada. ¿Por qué tanta prisa por levantar pesos enormes?
Para levantar grandes pesos hay que estar fuerte, y para estar fuerte hay que entrenar con pesos menores. Debes empezar con el peso que te permita poner en marcha tus músculos y hacerlos trabajar en sesiones y rutinas medidas. Mejorarás poco a poco y, con el tiempo, podrás levantar mucho más.
Para los novatos, el entrenamiento es solo el esfuerzo físico. Acuden al gimnasio, se meten en la máquina, lo dan todo y se van. Muy mal.
El entrenamiento correcto debe considerarse como un todo integral que incluye el calentamiento previo y los estiramientos posteriores. Solo si llevamos a cabo todas las fases del entrenamiento reduciremos el riesgo de lesiones y aprovecharemos, de verdad, la parte del esfuerzo.
Por supuesto, después de entrenar hay que descansar. Los músculos se reconstruyen, crecen y se preparan para la siguiente sesión durante el descanso. Entrenar sin descanso solo sirve para fatigar el cuerpo, lesionarse y bajar el rendimiento.
Sí, la tableta de chocolate mola. Pero conseguirla no depende de matarse a abdominales. Esa no es la clave.
Lo que hace destacar los abdominales es perder grasa. Para adelgazar debes entrenar todo el cuerpo. Cuando tu grasa corporal baje del 15 %, verás tus músculos bajo la fina piel del abdomen. Si entrenas los abdominales pero no adelgazas, lo que consigues es tener buena musculatura abdominal, pero invisible debajo de la barriga.
Como ves, si quieres que el gimnasio te sirva de algo borra de tu cabeza estos mitos y malas prácticas. Acude a los que más saben y no tengas prisa porque, si entrenas bien, verás resultados. Cuando llegue ese momento, ya podrás hacer posturitas delante del espejo.
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