Según las pelis, en Estados Unidos un niño está desamparado si su padre no ve su último partido de béisbol ni le lleva a pescar al lago. Sí, es un argumento demasiado repetido. Pero nos habla de la influencia de los padres en la autoestima de los niños.
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos. Hay gente que la tiene por las nubes, mientras que otros la esconden bajo llave en el sótano. Sea como sea, es un rasgo psicológico que se construye, no venimos con ella de serie como el elevalunas eléctrico. Es un indicador de bienestar emocional, por eso debemos educar a nuestros hijos para que desarrollen una buena autoestima.
¿Por qué es tan importante? Este rasgo permitirá al niño (y al futuro adulto):
– Valorarse y respetarse como persona.
– Sentirse útil, seguro, responsable y capaz.
– Valorar mejor los retos y aceptar sin dramas que algunos le superan.
– Enfrentarse a los desafíos de la vida sin temores infundados.
– Comunicarse y relacionarse abiertamente.
En definitiva, a mayor autoestima, más bienestar y felicidad. Así que, bueno, quizá deberías ir a esos partidos de béisbol para que, de mayor, tu hijo sea un buen policía en las duras calles de Nueva York.
¿Cómo? ¿Que tus hijos no juegan al béisbol? Entonces sigue leyendo, porque hay estrategias para reforzar su autoestima.
Ya ves si es importante saber valorar adecuadamente el comportamiento y la forma de ser del niño. Cada vez que le decimos algo estamos añadiendo un ladrillito a ese edificio llamado autoestima. Y no solo importa qué decimos, también importa cómo, con qué tono y con qué intención.
El niño también aprende a partir del ejemplo. Esto quiere decir que los padres están bajo continua atención de sus hijos, consciente o inconscientemente. ¡Analízate y descubre cómo ser el mejor ejemplo posible!
¿Qué podemos hacer? Atiende:
– Demuéstrale tu amor. Tú ya lo sabes, pero díselo, abrázalo y espachúrralo con una gran sonrisa.
– Comparte el tiempo con tu hijo (pero no te pases). Apaga la tele y conversad. Pregunta, escucha, comparte reflexiones y juega. Que sienta que se le presta atención. ¡Pero sin pasarse!
– Dale pequeñas responsabilidades. Debe sentir que se confía en él para las tareas y, también, que se le exigen ciertas cosas y que hay límites.
– Dale herramientas para lograr la autonomía. Los niños deben aprender a valerse por sí mismos y a tomar decisiones cuando no hay adultos delante. Deja su ropa a su alcance y ya verás lo rápido que aprende a vestirse sin ayuda.
– Corrige los errores sin descalificar. Que comprenda qué es lo que ha hecho mal y cómo mejorar. No le digas que es malo, dile que ha hecho algo no del todo bien y que tú prefieres otra cosa.
– Explícale que no se puede ser bueno en todo. Aprenderá a soportar la frustración.
¡Ah! Y mejora tu autoestima. Si tus hijos te ven radiante, capaz y con seguridad, aprenderán de tu ejemplo.