El cantante explicó que su discográfica sintió miedo inicial pero acabaron entendiéndolo. Y es que, tras un concierto se derrumbó y le pidió a una amiga que por favor le sacara de allí.
Alborán señaló el ritmo frenético que llevaba, la fama y los medios como varios factores que provocaron que su cuerpo le pidiera un descanso: «Llegó un punto en que dejé de disfrutar«, confesó.
Por ello, tras meditarlo mucho y hablarlo con su entorno decidió hacer una parada en su camino.
Como dato curioso, Alborán explicó a Bertín que “lo primero que hice el día después de parar fue limpiar mi nevera”.
Una anécdota que puede tener mucho más significado porque la comida es una parte importante en la vida del cantante y empezar una nueva etapa, para purificarse, tiene muchos paralelismos con dejar impecable el electrodoméstico que guarda sus alimentos y empezar de cero apostando por una vida más sana.
Sobre los dos años sabáticos que se tomó, se alegraba sobre todo de haber «vuelto con mi familia, mis amigos de siempre… Me he vuelto a encontrar”.
Viviendo momentos de intimidad y pasando desapercibido: «He podido ir a la playa y no se ha dado cuenta nadie». Una lejanía de los focos que le facilitó llevar una vida mucho más relajada.
En la entrevista, Alborán también aprovechó para mostrar a Bertín algo que le dejaba perplejo. Desde tu teléfono enseñaba una de sus primeras composiciones cuando era un crío:
Una imagen que mostraba la letra de niño del artista y unas estrofas que decían: «La luna y las estrellas, el dolor de las manos, el mar está plano. El olor de las estrellas y tararón tararín esta poesía llegó a su fin«.
La poesía hacía reír a ambos protagonistas que no podían creer el ingenio de un niño al escribir tal «poesía».
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