Caminar por la avenida evitando las baldosas rosas, apagar la música del coche justo antes de aparcar o ir al baño solamente en casa son algunas de las manías más comunes. Y menos mal que no estamos montados en el dólar, pues, atendiendo a las rarezas de algunos artistas, ser extravagante a veces sale caro.
Tanto los mortales como tú y como yo como las rutilantes estrellas de la canción poseemos excentricidades que podrían hacernos parecer chalados, pero la asiduidad con la que se repite cada arrebato en numerosos individuos lo dota de normalidad. ¿Quieres saber si tus manías están entre las más habituales? Quizá la tuya resulta tan estrambótica que eres pionero. Te sacamos de dudas.
Las manías pueden ser comunes o excéntricas. El ejemplo perfecto en ambos casos lo hallamos en el cine. Seguro que recuerdas cómo Jack Nicholson saltaba de baldosa en baldosa en Mejor Imposible. Una práctica más contagiosa que el bostezo. Si no, que se lo pregunten al perro de la cinta, que acabó tomando ejemplo del protagonista.
El lado más pintoresco de las rarezas también está representado en el séptimo arte. Toc-Toc, la adaptación de la obra teatral francesa interpretada por actores como Paco León o Rosy de Palma trata las manías más obsesivas, aquellas que incluso pueden llegar a transformarse en una enfermedad. Por ejemplo, coleccionarlo todo y acabar invitando a Diógenes a casa.
En esta lista hallamos la mencionada anteriormente, es decir, no pisar las líneas de los azulejos, pero también ordenar la ropa por colores. ¡Ah! y colocar la compra del supermercado por orden alfabético. Tampoco podemos dejar fuera esa otra que consiste en dar vueltas al boli alrededor del pulgar (eso se te da de lujo, ¿verdad?), elaborar listas para todo y leer el periódico empezando por la última página.
Otra de las prácticas más comunes es asegurarse repetidamente de cada cosa que se acaba de hacer. Cerrar la puerta de casa, volver a entrar para comprobar que has apagado la vitrocerámica o regresar al coche para cerciorarte de que el maletero está cerrado. También es habitual contar con una prenda de la suerte. Reconoce que te pones esa lencería roja que te dio tantas alegrías en Noche Vieja cada vez que quieres triunfar.
A coleccionar todo de una manera compulsiva, excusándonos en la máxima «aquí no se tira nada» podemos sumar la manía extrema por la simetría, presente en cada acción de los individuos que sufren esta rareza. A su lado, sortear baldosas es un juego de niños.
Los individuos que actúan bajo esta norma autoimpuesta tocan una y otra vez los cubiertos hasta que parezcan perfectamente alineados. Si los apuntes no están cuadrados correctamente, tampoco son objeto de estudio para ellos.
También está el infantilismo parafílico, esos adultos que viven como bebés: utilizan pañales, chupete, babero…, sin dejar de lado aquellas personas que tienen absoluta obsesión por tatuarse, tanto que pocas partes al descubierto les quedan en sus cuerpos.
Y, cómo no, la farándula no iba a quedar fuera de esto. ¿Sabías que Jennifer López solo duerme con sábanas fabricadas con 250 hilos y exige grifería de oro en los hoteles? Como estás comprobando, no podrías invitarla a tu casa un fin de semana.
Pero no dejemos de lado a nuestro tenista más internacional: Rafa Nadal, y es que, antes de cada saque debe hacer un extraño ritual entre sus manos, su cinta del pelo y su pantalón, pero que parece que suerte le proporciona.
Como estás viendo, ser maniático forma parte del ser humano. Aunque, en este caso, en el centro está la virtud.
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