No es algo novedoso que el ser humano es un ser complejo y sus emociones se mueven en mundo repleto de contradicciones. De hecho, en algunos casos también lloramos de alegría; aunque podemos poner el ejemplo contrario diciéndote, por ejemplo, que la risa no siempre es sana ni positiva. ¡Ahí queda eso!
En ocasiones evitamos a toda costa llorar porque creemos que es un signo de debilidad, sin saber que nos estamos dañando más de esa manera. De ese modo estaríamos procediendo a reprimir nuestras emociones, algo que podría llevarnos incluso a enfermar. Las lágrimas son la mejor forma de limpieza que tiene el ser humano y ayudan a desbloquear el flujo de energía de nuestro cuerpo.
Así pues, y sin que suene cruel, no vamos a decirte que no llores, sino todo lo contrario: ¡llora!, ¡llora cada vez que lo necesites! ¡Descarga el peso de tu mochila llorando y descubre cómo te sientes mejor!
Probablemente, todos hayamos vivido alguna vez ese episodio de llanto intenso, tras el cual, tu cuerpo experimenta una especie de paz difícil de explicar y puedes sumergirte en un plácido sueño o salir del agujero en el que estabas minutos antes, a realizar cualquier actividad. Su efecto puede compararse al de un analgésico ya que con las lágrimas expulsamos oxitocina, noradrenalina y adrenalina.
Volvemos a la contradicción del ser humano y nos atrevemos a decir, incluso, y sin lugar a dudas, que los más llorones son los más felices, si no que se lo digan a David Bustamante. Una persona que cuando siente la necesidad de romper a llorar lo hace, no está acumulando cargas y sentimientos negativos y se está renovando interiormente cada vez que las lágrimas le mojan la cara.
Es sano buscar ese ratito libre para llorar siempre que lo necesitemos. La sensación de alivio será mucho más satisfactoria que la de represión sumada a la emoción que nos ha llevado a estar a punto de estallar. En contra de lo que pueda parecer a priori, llorar no te convierte en una persona deprimida, ¡todo lo contrario! Llorar tiene muchos beneficios y suma felicidad.
Es un sedante natural y, aunque es posible que te cueste creértelo, reduce el dolor. ¿Por qué piensas si no que cuando nos hacemos daño o nos duele algo lloramos? Además, es una forma que tiene nuestro organismo de liberar tensiones y emociones que nos generan malestar y nos son innecesarias, por lo que llorar también nos calma (por eso Chenoa lo hace de vez en cuando). Y es que, como dice la popular expresión, el cuerpo es sabio.
También conseguimos claridad mental a través del llanto, algo que nos facilitará la labor de encontrar las soluciones precisas y nos conducirán a un estado más racional. Así como ayuda a que brote la empatía en ambas direcciones, no sin hacernos comprendernos mejor a nosotros mismos y a canalizar, interiorizar y aceptar nuestras emociones.