Sé que te va a parecer curioso, pero seguro que alguna vez lo has oído: las parejas que elegimos se parecen a nuestros padres. Quizá sientas escepticismo al respecto: «No, en ningún momento se me había pasado elegir una pareja que se asemeje a mi señor padre» Pues la realidad es que sí, y tiene una explicación psicológica.
En este post te vamos a contar más al respecto, porque no deja de ser curioso el hecho de que las personas nos sintamos atraídas por otros individuos que, casualmente (aunque ya sabemos que no es una casualidad) se parecen a nuestros progenitores. ¿Por qué?
Estamos seguros de que alguna vez has notado que la pareja de algún amigo o amiga se parece extrañamente a uno de sus padres o incluso que se asemejan entre ellos. ¡Todos conocemos parejas así! Quizá solo lo habías anotado en tu mente como una anécdota curiosa, pero tiene una razón fundamentada.
Muchos de nosotros, aún sin saberlo, escogemos a nuestras parejas en base a lo que hemos idealizado. Y, queramos o no, si hemos tenido una buena relación con nuestros padres, están idealizados para nosotros. Por desgracia, también si son un mal ejemplo, algunas personas tienden a buscar una pareja que se parezca a ellos.
Centrándonos en la razón psicológica de esta elección, hablamos de dos tipos de complejos que están muy relacionados con el tema que nos ocupa. Seguro que alguna vez has oído hablar del complejo de Edipo pero, ¿estás totalmente seguro de lo que es? Se trata de un conjunto de sentimientos que los hombres adquieren durante su niñez, un innegable sentimiento de amor hacia la madre y cierta rivalidad hacia el padre.
Por otro lado, destaca el complejo de Electra, que es una serie de sentimientos inconscientes que las mujeres adquieren también durante la niñez. En este caso, las niñas desarrollan un sentimiento de amor hacia el padre y rivalidad hacia la madre.
Por eso, cabe destacar que no se trata de una atracción biológica, ya que las personas adoptadas desarrollan estos sentimientos hacia sus padres adoptivos (y no hacia sus padres biológicos), que son los que ejercen de ejemplo y a los que se idealiza durante la infancia.
Todos partimos de una base, de un modelo que, inconscientemente, tendemos a repetir y buscar. Tanto si esos modelos son positivos como si son negativos (divorcio, engaño…), la tendencia es la misma: la de repetir.
Por eso, ponemos el ejemplo de un individuo (no importa el sexo) que ha crecido con un padre o madre alcohólico o drogadicto. Es posible que tienda a buscar en su pareja esos rasgos también, aun a sabiendas de su nocividad.
Evidentemente, esto no es una ciencia exacta y existen centenares de casos. Si no se ha tenido una buena relación con los padres, también es bastante posible que se tienda a buscar todo lo contrario, depende de cada persona. Sin embargo, por norma general, sí que es cierto que los humanos tendemos a escoger a parejas que se parecen a nuestros padres o madres (depende de tu sexo, evidentemente) en el rostro, en la altura, el color de los ojos o del pelo y, en general, en la apariencia física.
Seguro que no deja de parecerte curioso y es muy probable que ahora te pases el día intentando buscar similitudes entre tu pareja y tus padres…¡pero no te obsesiones! Ya te hemos contado que todo este asunto es muy relativo. Aunque no te alarmes demasiado si al final del día sí has encontrado unos cuántos puntos en común entre tu pareja y tu padre/ madre: ¡está inherente en tu psicología!
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