¡Pero no solo eso! También los adultos fomentamos este comportamiento a partir del deporte, pero ¿hasta qué punto es bueno? ¿Hay que premiar a todos o solo a los que ganan?
Tras que un entrenador fuese despedido por su club supuestamente por animar a su equipo de alevines a marcar hasta 25 goles para humillar al equipo contrario, el tema de la competitividad en niños está en el orden del día. Nuestra experta en niños, Rocío Ramos-Paul, nos da la respuesta.
En este tema vamos a encontrar opiniones de todos los tipos. Yo voy a dar mi punto de vista. Por ejemplo, ¿son necesarias las medallas de consolación? ¿Realmente tenemos que premiar a todos los que estén en la competición?
¿Cuál es la humillación real en este tipo de situaciones? ¿No sería más humillante que pare el equipo contrario y les deje ganar? ¿No deberíamos premiar el esfuerzo de los chavales que perdieron a pesar de los veinticinco goles? ¿Dónde aprenden a aguantar el tipo si no es en una ocasión como esta? ¿Cómo les explicas a los chicos que han echado a su entrenador por ganar?
Nos encontramos claramente ante un caso de sobreprotección. La vida es así. La humillación real sería que te hubiesen dejado ganar. Los padres no pueden permitir que los niños ganen a todas las partidas que jueguen.
Si un niño o niña participa en una carrera y es el más lento, deberá aprender que es bueno en otras cosas o que se tendrá que esforzar si quiere ser el más rápido.
No pasa nada porque los niños aprendan que hay primero, segundo y tercer premio. Dejemos los de consolación. Esos sí que son humillantes.
Si pierden, aprenden otras cosas como a felicitar a los ganadores y a esforzarse.
En cuanto a los chicos que marcaron 25 goles, si en el próximo partido no ganan tienen que aprender que la vida es así. Estos chicos, por su parte, deberán aprender a valorar el esfuerzo del equipo contrario.
Lo que hay que hacer en estos casos es dejar de sobreproteger. Si ha perdido ha perdido y que aguante la frustración. Ello le llevará a aprender a aguantar la ira, a no ser agresivo y a gestionar el estrés.
Debemos premiar el esfuerzo. En general el que gana ha hecho un gran esfuerzo y hay que premiarlo.
Por último debemos trabajar la autoestima. Si yo permito que pierdan, no los humillamos. Si les dejamos ganar, los niños se pueden dar cuenta y es peor. En la vida se compite y lo que tienen que aprender es a hacerlo sanamente. Hay que aprender a perder y a aceptar la derrota.
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