El fraude alimentario está perseguido por la ley y a pesar de todo aparece en los medios frecuentemente: hamburguesas de ternera sin ternera, carne de caballo por sorpresa, buey que en realidad es vaca… ¿estos engaños pueden afectar a nuestra salud?
La motivación principal de la contaminación o adulteración intencionada de los alimentos es sacar provecho económico. Son casos en los que se modifica, sustituye, falsifica u oculta algún ingrediente. Por ejemplo, etiquetando incorrectamente. En un caso reciente vimos como una empresa burgalesa comercializaba hamburguesas supuestamente 100% ternera, pero las investigaciones han concluido que el porcentaje de ternera en estos alimentos es menos del 25%, siendo el resto pan, soja y otras carnes como el cerdo.
En este caso no hay una toxicidad evidente pero esconder la presencia de ingredientes tan importantes como el gluten o la soja, que son alérgenos, además de estar incumpliendo la ley, están poniendo en riesgo vidas de personas con alergias alimentarias. El correcto etiquetado de la alimentación ayuda a salvar vidas. El fraude alimentario o adulteración intencionada es un problema muy grave al que hay que hacerle frente.
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