Gabriela Brieba, Experta Europea en Calidad y Seguridad Alimentaria y consultora para empresas en “Sanpani.org”, conecta una semana más con los atrevidos para demostrarnos que la “Ciencia atrevida no es aburrida”.
Mucho cuidado cuando vayamos de excursión y nos encontremos agua en el campo. Seguro que nadie va a beber de un charco en el barro… pero muchas veces nos tienta el agua clara de los ríos y riachuelos del monte. Hace décadas muchos nos bañábamos en los ríos de pueblos y montañas pero actualmente esto no se puede hacer sin información previa de las autoridades. La composición química de las aguas de riachuelos y pozos antiguos se altera con los vertidos y los productos químicos de la agricultura.
¿Bañarse y beberla es igual de tóxico?
El contacto con la piel también puede generar reacciones dañinas. La contaminación medioambiental, la alta presencia de microorganismos o los restos de químicos agrícolas, como plaguicidas y pesticidas son algunos de los motivos que hacen perjudicial el uso de esta agua para baño, bebida o similares que comprometan la seguridad alimentaria. Es frecuente, por ejemplo, lavar en el riachuelo los utensilios del picnic tras comer en el campo. Esta costumbre genera 2 problemas: por un lado lo que creemos lavado, no es seguro para ser usado con comida y por otro lado, hemos añadido al riachuelo: restos de comida e incluso detergente… que causan daño medioambiental.
¿Cómo saber qué agua ES POTABLE y cuál NO ES POTABLE?
El agua potable es aquella apta para consumo humano, osea que ha sido sometida a eliminación de restos químicos peligrosos y microorganismos patógenos. Solo podemos fiarnos de fuentes de abasto público en las que estemos seguros sale agua potable.
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