La clave de esto es decirle que “no”. Cuando un niño no tolera el “no” es porque no le gusta frustrarse, pero debe aprender a hacerlo. Lo más probable es que lleve cinco años sin que nadie se lo haya dicho.
Hay que darles “no” con consecuencias. Lo ideal en este caso sería hablar con la profesora y coordinarse para ver cuándo podríamos decir que no. No podemos empezar ahora a decirle que “no” a todo.
Una vez que se lo decimos debemos mantenernos en nuestra decisión. Se va enfadar, va a llorar y va a chillar. Va a tener todas esas acciones que nos asustan, pero que no pasan de ser una manera de entender la frustración. Y no pasa absolutamente nada. De hecho es muy sano a nivel mental.
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