¿Hablar o no hablar en la cama? Es una cuestión importante. ¿Cómo encontramos el punto perfecto en la cama? Hay personas que están en un silencio absoluto y tienes la sensación de que han podido morir. No gesticulan, creándote mucha incertidumbre.
Por otro lado están aquellas personas que se pasan al otro extremo, preguntándote todo: “¿estás bien?, ¿esto te gusta?, ¿más rápido?, ¿más despacio?”
O aquellas que se ponen a mandar: “Hazlo así, de esta manera…”
La mesura está en la calidad. El sexo tiene un lenguaje propio donde las protagonistas no son las palabras. Pueden estar de una manera sutil, alternando lo afectuoso con la guarrería. Encontrar un término medio.
Hay que utilizar mucho los gemidos, las miradas, los susurros y las caricias. Ese tipo de lenguaje no suele incomodar a nadie.
En cuanto a la rutina, si hacemos siempre lo mismo y de la misma manera nos terminamos aburriendo.
En la vida nos encontramos personas rígidas, que nunca hacen nada que no quieran, cayendo en la rutina y en el aburrimiento. Pero también personas que las hacen aunque no quieran por su generosidad. Esto puede hacer que eviten el contacto sexual. Por ejemplo, si a una mujer no le genera nada de placer tener sexo anal de una forma pero lo hace por complacer, no tiene sentido que lo haga.
No debemos hacer nada que nos duela o que no queramos hacer. Eso es lo que más nos aleja del deseo y del placer.
Otra cosa que hacemos mal es estar completamente a oscuras. Tampoco tener el foco de luz encima de nosotros. Una cosa intermedia. Hay lámparas de cromoterapia que tienen distintos tonos de luz. El sentido de la vista es fundamental para el deseo.
¡Escucha aquí los consejos de Marian Frías! (29.06.2017) Y cada semana, no te los pierdas en Atrévete.
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