Mindfulness. Quizás te suene a chino, pero es un término que en poco tiempo estará igual de instaurado en tu vocabulario que la palabra «Internet». ¿Qué es este concepto que ocupa páginas de revistas, agota millones de libros y conduce al éxito a más de una aplicación de móvil?
Es tan efectivo como la capa para Superman, el látigo de la verdad para Wonder Woman o el lanzatelarañas para Spiderman. Hablamos de un superpoder humano para luchar contra una de nuestras kryptonitas más implacables, la ansiedad. Seguro que estás ansioso por saber cómo llegar a ese nivel.
Seguro que muchas veces te has planteado cómo llegar a ese nivel pleno de bienestar, equilibrio y control sin ser un gurú del coaching, pero no es tan complicado que dejes de pensar por un momento en la lista de la compra… esto te va a acercar a la felicidad, te lo digo yo.
Pero esto no es una moda al igual que Instagram o las botas altas de color blanco, no, esto ya hace varias décadas que se lleva (tus padres ya habían nacido), y no era otra cosa que una técnica de meditación de las de toda la vida, y se trata de prestar atención. ¿Te parece una tontería? Pues no lo es, sigue leyendo.
Vamos a lo serio: tienes que centrarte en algo, en lo que sea, puede ser una actividad concreta, puede ser un objeto o incluso un sentimiento. En este momento en que te encuentras tan relajado (bien en el sofá de tu casa o sentado en posición de loto sobre una esterilla) debes alejar los pensamientos dañinos y empezar a ver todo desde fuera. De esta forma podrás juzgar tu forma de sentir y de vivir y, probablemente, cambiar algunos aspectos que no te gustan.
Pero es que después de esto no solo estarás más relajado, sino que también te sentirás más creativo y con ganas de hacer cosas diferentes (puedes decantarte por el ganchillo o por abrir una tienda online, nunca se sabe). Además, eliminarás el estrés de tu vida, mejorando tu sueño, tratando las posibles depresiones o incluso esos dolores que te persiguen de por vida. Todo ventajas, esto del mindfulness.
Esto te va a gustar más aún: basta con media hora. Te contamos:
Tras explorar tu cuerpo, ejecuta diez pasos en un trayecto de ida y vuelta continuo. Todo este rato te debes centrar en asumir los obstáculos que te encuentras.
No es necesario apagar la luz ni el sonido de la televisión, tampoco sentarte en posición mariposa mientras cierras los ojos. El mindfulness puede acoplarse a cualquier momento de tu rutina. Puedes incluso practicarlo mientras vas a buscar a los niños al colegio, fíjate que versatilidad.
Piensa en tres personas importantes. Ahora, visualiza cómo agradecerías a la primera todo lo que te aporta. Imagínate mirando a los ojos a la segunda y cómo abrazarías a la tercera. Esta dosis de positividad te valdrá para todo el día.
Esto no es un mal de ojo pero a la inversa, sino un ejercicio con el que te sentirás mejor. A aquellas personas que te caigan bien o que te cruces y te transmitan algo positivo: lánzales en bajito un buen deseo, seguro que consigues que ellos deseen lo mismo para ti. ¡Esto te hará sentirte super bien!
En definitiva, el mindfulness nos separa de una vida llena de odio y nos acerca más a ese mundo color rosa que no es tan difícil de conseguir…¿te unes?
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