Tanto los niños como los padres se relacionan en el parque. Allí los adultos hacen de modelo de comportamiento de los peques. Leyendo Planeando ser padres, vi un artículo que me pareció maravilloso sobre si deberían existir unas reglas de convivencia en el parque.
Por ejemplo, en el columpio, ¿cuánto tiempo tienes para columpiar a tu hijo si hay otros esperando? ¿Quién establece ese criterio? Hay padres que por no oír las rabietas de sus hijos son capaces de tenerlos cuarenta minutos en él, provocando el enfado de los niños que esperan. Luego está el padre justo que se acerca y dice “10 minutos por niño que no llegamos”.
Después está el tema de dejar los juguetes en el parque. Evidentemente son de los niños y tienen que aprender a dejarlos, pero ellos pueden seleccionar a quién y qué. Aquí encontramos al padre coach que les dice que deben aprender a compartir, entrenando para la vida al hijo. En estos casos debemos dejar que sea el propio niño el que resuelva.
También están aquellos padres sobreprotectores que no dejan subir a sus hijos al tobogán aunque tengan ya edad para hacerlo. Tampoco es bueno. Debe dejarle tirarse sin problema.
El parque nos enseña mucho de cómo somos como padres. Nos da la oportunidad de darnos cuenta qué aspectos podemos corregir en ese aspecto. Hay que tener en cuenta que el parque es un sitio de relación que nos sirve de modelo para resolver el día de mañana las dificultades de nuestros hijos.
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