Eso el algo que no ocurre en esta nueva edición 2017. Sin duda, la educación influye de un modo positivo en el aprendizaje de los idiomas. Los bebés tienen toda la vida por delante, por tanto, tienen un inmenso futuro para cultivar su mente.
Las nuevas generaciones reciben estímulos positivos desde temprana edad, por ejemplo, películas en versión original, canciones infantiles con una rima pegadiza, aplicaciones de idiomas y libros divertidos. ¿Pero por qué los bebés y los niños son tan receptivos hacia el aprendizaje de un nuevo idioma? Nos parece rarísimo verlos, a sus pocos meses de edad, viendo vídeos en inglés.
Sencillamente, porque en este periodo de la vida ellos tienen todo el tiempo y los recursos necesarios para aprender. Incluso, a través del juego. En la etapa adulta, con las obligaciones cotidianas, no tenemos tiempo ni para mirarnos si llevamos las puntas abiertas.
Para que un niño pueda potenciar su conocimiento de un segundo idioma es positivo que el padre o la madre hable esa lengua. Así como también es importante elegir una canguro que sea bilingüe. Los bebés tienen una actitud muy receptiva hacia el aprendizaje durante sus dos primeros años de vida, sencillamente, porque en este momento es más fácil aprender que cuando tienes 42.
A ver, es cierto que no tenemos la facilidad de los niños para aprender idiomas, pero también tendrá algo que ver esa terquedad que nos ponemos los adultos repitiendo constantemente aquello de «es que soy negado para los idiomas». A ver, ningún español nace sabiendo inglés, todo es constancia y dedicación en esta vida, así que, venga, coge el Activity Book de cuando ibas al colegio y empieza a revisar las palabras inglesas.
Uno de los motivos por los que no nos tiramos a hablar inglés es el miedo al ridículo. La espontaneidad es una cualidad infantil muy positiva para aprender otro idioma, y sin embargo, muchos adultos carecen de esta cualidad. A todo ello también se suma el propio contexto del estilo de vida moderno marcado por el estrés, la prisa y la acumulación de tareas. Algo que produce una dispersión en la atención.
Además, generalmente, cuando tú estudias inglés lo haces con una motivación que va más allá del propio disfrute del ocio (una experiencia que viven los niños). Cuando tú asistes a clases de otros idiomas, tienes algún interés añadido. Por ejemplo, buscar trabajo o viajar pudiendo hacerte entender.
Por eso, lo mejor es tomarse ese idioma como algo que nos abrirá puertas, que nos permitirá ser libres, que nos ayude a decirle a ese camarero de Londres que lo que queremos es una cerveza…y no un oso.
Y, sin embargo, si realmente quieres aprender otro idioma no tienes excusas para no hacerlo. Entre otros motivos, porque todavía vive en ti ese niño interior a través de la ilusión. Y, además, lo verdaderamente determinante no es el tiempo que tardas en asimilar nuevos conceptos, sino el aprendizaje en sí mismo, el conocimiento de las técnicas gramaticales de ese idioma o cualquier dato relevante.