Para la mayoría de nosotros, ahorrar es una necesidad y una obligación tanto para llegar a fin de mes como para darnos algún capricho. ¡No digamos ya para los imprevistos! ¿Qué tal funcionan tus estrategias para ahorrar? ¿Tienes alguna?
Ya sabes que el mayor mandamiento de la ley del ahorro es «no gastarás», pero incluso cuando hay que gastar podemos hacerlo de manera que nos suponga un pequeño beneficio. Euro a euro se llena la hucha y para que la tuya tarde menos en rebosar, te damos algunos trucos.
Apúntate a esta ONG que nos acabamos de inventar en la que los beneficiarios finales sois tú y tu familia. En ASF no entendemos de límites y aduanas y buscamos el céntimo tanto en el reino de tu casa como en la república del supermercado. Pero antes de atravesar las fronteras de estos países, vamos a contarte las estrategias diplomáticas comunes con todos ellos. Presta atención.
Ahorrar por ahorrar está bien, pero es mucho más efectivo hacerlo conociendo de verdad nuestra situación financiera y estableciendo objetivos. Solo se puede saber si estas metas son realistas conociendo nuestros ingresos y gastos mensuales. Una vez establecidas las cifras, podremos aplicar estrategias más o menos exhaustivas.
Presta atención a los precios de los diferentes establecimientos que visites para buscar la mejor oferta. Pregunta a tus conocidos y busca información en internet. No olvides mirar en las tiendas en línea.
A veces, la diferencia entre una y otra es nimia, pero en ocasiones puedes encontrar verdaderos chollos. Cada euro no pagado es un euro ahorrado.
Comprar por impulsos es comprar sin necesidad. Como bien aprendiste de aquella vez que te hiciste con esos Manolos para los que tuviste que pedir una segunda hipoteca, los caprichos no son amigos del ahorro.
Compramos artículos y servicios que no necesitamos, cuando lo que de verdad nos hace falta es el dinero que gastamos en ellos. ¡Cuidado con las compras impulsivas!
El hogar tiene gastos inherentes que no podemos evitar, pero que sí podemos reducir. Hablamos, por supuesto, de servicios como gas, electricidad, agua, internet, teléfono o seguro del hogar.
Cada uno de estos servicios tiene sus peculiaridades, pero puestos a ahorrar, seguiremos las mismas pautas: revisa tu contrato, analiza tus necesidades reales, busca alternativas en el mercado (cada vez hay más compañías disponibles) y contrata solo la tarifa que de verdad te convenga para ahorrar.
Además de esa parte «de papeleo», está el uso que hagas en el hogar. Ya sabes: instala bombillas y electrodomésticos de bajo consumo (más caros en la tienda, pero más baratos a medio plazo). Arregla los grifos que gotean, apaga las luces y aparatos que no estés usando, etc. Si tienes calefacción y aire acondicionado, haz un uso inteligente de la climatización.
Seguro que ya aplicas muchos de estos consejos:
– Compra productos de temporada. Serán más económicos. Es decir, que las fresas están más baratas en julio que en diciembre. Bueno, en el último mes del año nada es barato, pero ya sabes a qué nos referimos.
– Compra productos de marca blanca. La firma se paga y en general, los productos de marca blanca son de buena calidad.
– Compra mucho. Mientras puedas, compra en grandes cantidades, porque es más económico que comprar porciones o paquetes pequeños. ¿Tienes que congelar? Pues congela. Nivel de ahorro profesional: aprovecha las buenas ofertas para comprar grandes cantidades y repartir con otros hogares. Todos pagaréis menos.
En definitiva, ahorrar consiste en estar atentos a las oportunidades, tener autocontrol y pensar a medio y largo plazo. Y, entonces sí, ¡a por esos Manolos!
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