Se trata de un problema que hay que resolver. Estamos hablando de situaciones donde no hay nada grave.
En el proceso de separación son muchos los niños que deciden con quién quieren quedarse en vacaciones. Se basan en criterios como si va a haber más gente en un sitio u otro. Lo hacen a través de chantaje emocional, que a muchos de ellos se les da muy bien.
El sentido común nos dice que lo más probable es lo más sencillo, entonces ¿qué debemos hacer? No hay que pensar mal. Si el peque quiere ir a un sitio u otro es simplemente porque se lo pasa mejor: habrá más primos de su edad, más regalos o tendrá más relación con unos familiares que con otros.
¿Qué podemos hacer? Aunque nos hayamos separado, podemos pensar en el dolor que puede sentir el otro progenitor al oír que no quiere ir con él. Hay que hacer un ejercicio de empatía y dar una respuesta al niño.
Hay que explicarle al peque que el otro progenitor también quiere estar con él en fechas tan señaladas. Este ejercicio es bueno porque nosotros queremos que también tenga recuerdos con la otra persona, creando una relación afectiva y cariñosa.
Es verdad que existe una puntualización. Los hijos no entienden de régimen de visitas. Dependiendo de la edad que tenga el niño, habrá que decidir con tu ex pareja qué festividad le viene mejor al peque pasar con uno u otro. Tener en cuenta la opinión del niño.
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