Seguro que como padre te ha pasado: tu hijo o hija se ha echado a llorar cuando has salido por la puerta de casa, ¡aunque sea para ir a comprar el pan! Nuestra experta en niños, Rocío Ramos-Paul nos dice qué debemos hacer cuando los peques no quieren despegarse de sus padres.
“No te vayas a trabajar, quédate conmigo”, “no me dejes solito”, “mamá, papá no os vayáis”…Tras escuchar estas frases de un hijo, uno sale de casa con las lágrimas contenidas.
Hay que tomárselo con tranquilidad. No hay que escapar de ellos. No hace falta salir corriendo de casa cuando el niño esté entretenido y así evitar la escena. Aunque nuestra intención sea buena.
La consecuencia es que si haces esto el niño puede tener miedo y no lo puedes dejar con amigos. Te absorbe en cuanto te ve. Su mentalidad dice: “A mí no me la vuelves a jugar desapareciendo”.
Si queremos enviar este tipo de ansiedad de separación y que cuando empiece el colegio no te monte una escena, debemos enseñarle a digerir esta situación. Estamos hablando de niños y niñas de, al menos, un año y medio.
A esa edad es cuando tenemos que trabajar más esto. Tenemos que despedirnos de ellos cuando salgamos de casa, pero explicarle muy bien que después nos veremos. No vale decir que enseguida volvemos. No tenemos que mentirles.
No hay que alargar el momento. Miramos hacia adelante y salimos de casa, independientemente de cómo dejemos a nuestro peque detrás. Pensemos que dos minutos después se le ha pasado la rabieta.
Con un año, los niños piensan que si no estás con ellos desapareces. No saben qué va a ocurrir después. Lo que tenemos que ayudarles a entender es que papá o mamá se va y luego vuelve, sin que pase nada.
Si lo hacemos desde el año y medio, nos ahorraremos toda aquella ansiedad de separación y le enseñamos en el momento en que tiene que aprender.
Si no le hemos enseñado a esa edad será más complicado, pero lo hacemos de la misma manera.
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