Comencemos por el principio. No sabemos porqué, pero si cuando y cómo, un grupo de científicos de la Universidad de Medicina Johs Hopkins decidieron comenzar una investigación para desentrañar como el uso de la cinta de correr podía influir en la esperanza de vida de una persona
Y se pusieron manos a la obra. Para ello, en 1991, congregaron a unas 58.000 personas de entre 18 y 96 años a las que hicieron caminar en la cinta a diferentes velocidades. Pero no valía cualquier «cobaya«. Requisito imprescindible para los participantes era que no presentasen problemas cardiacos. Algo lógico, por otra parte, ya que las pruebas medían el funcionamiento de sus corazones y pulmones a partir de la práctica de ejercicio y tests de esfuerzo y resistencia, junto a otros datos clínicos y demográficos.
A la ecuación que determinaría la esperanza de vida de una persona la llamaron “Puntuación caminadora FIT”
Y esta es la fórmula:
Porcentaje de ritmo cardíaco máximo previsto + 12 [equivalentes metabólicos de tarea] – 4 [edad]) al que habrá que sumar 43 si es mujer, dado que ellas tienen mayor esperanza de vida.
¿Te atreves a echar cuentas?