Porque tres son multitud, es mejor terminar el capítulo y la propia historia, antes que comenzar algo nuevo dentro o no de la relación conocida. Proseguir un peldaño más hacia adelante sin haber concluido el libro de acontecimientos, no solo es arriesgado en el terreno emocional, sino que es contraproducente. Hay quien prefiere mantener el rescoldo de la relación sin aceptar si el fuego se corresponde con la necesidad de respetar el propósito de la propia pareja, error por otro lado muy común, y que finalmente puede abrasarnos. Tanto, que las propias soluciones que se creyeran oportunas en cada caso, disten mucho de ser útiles y positivas. Las razones que se tienden a justificar, como por ejemplo, enfrentarse a la soledad, la búsqueda de un refugio de continuidad en otra persona, o el miedo a afrontar una situación nueva y compleja, son humanos, pero no justifican la situación de quien necesita dejar atrás una vida asentada y sus consecuencias. La ruptura deja muchas heridas pero es todavía mucho más traumático seguir con una relación en contra de la propia voluntad. Romper un compromiso, de la índole que sea, es un paso que requiere tiempo de meditación y de reflexión interior. Y la razón es muy simple: cuando se asume el compromiso en un contexto emocional y personal, se acepta el propósito del cumplimiento de la promesa de permanecer al lado de alguien tanto en lo bueno y como en lo malo, lo que no implica que también puedan alguna vez surgir dudas. Cuando esto sucede, tarde o temprano, quien de los dos se ve más implicado en la situación, no solo tiene, sino que debe tomar una decisión clara y actuar con coherencia.
Esto implica en primer lugar, honestidad, independientemente del papel acertado o no que haya llevado a la persona que decide, y porque nos podemos equivocar. De hecho, esta aceptación de los errores forma parte del proceso evolutivo personal. De ahí que haya que asumir la responsabilidad en el antes y después, y si se ha actuado de forma inmadura en el momento en el que se decidió, que sirva de aprendizaje en el asentamiento de las bases futuras en una nueva relación. Tampoco hay que olvidar a la persona que está al lado, ya que se verá de igual modo afectada por las decisiones que se tomen. Es importante pensar con detenimiento todo esto antes de asumir un compromiso serio, y si algo no funciona, marcar con él o ella la distancia necesaria para interpretar la situación con objetividad y si en efecto, el conflicto deriva de la falta de amor y de afecto.
No hay mayor arrepentimiento que el de no haber hecho lo correcto en el momento adecuado. Por eso, si se pueden evitar los arranques de pasión del mismo modo que la indolencia arraigada en la convivencia en pareja, tanto mejor para seguir avanzando en el desarrollo personal y en la tan necesitada búsqueda de la felicidad. Y desde luego, cualquier decisión implica un riesgo.
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