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Alejandra: «Él es un monstruo que me hace infeliz, pero sin él no puedo estar»

Álvaro Díaz
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Hola. Me llamo Alejandra y tengo 45 años. Hace 15 años que conocí a mi marido. Aún estamos juntos aunque por lo menos ya he conseguido dar el paso de irme de ese infierno que era mi casa. Ahora vivo con mi madre. Mi historia puede ser una historia como las otras que escuchamos en el programa o las que vemos en la televisión. Nos conocimos siendo muy jóvenes y él ya era un chaval muy posesivo y controlador, a mí al principio he de reconocer que me gustaba esa actitud chulesca de tipo duro, me hacía sentir más protegida. Que paradoja, lo que ahora no soy. Eran detalles como «Tu vas a enamorarte de mí antes que yo, porque yo soy único» «Tu eres una más de las que tengo detrás mío, así que siéntete orgullosa de que esté contigo» «Nunca vas a conocer a nadie como yo» Y vamos que no lo he conocido, diablo solo hay uno y era el. Las cosas fueron agravándose mucho con los meses y los años, pero yo cada vez estaba más enganchada a él, no sé si era su actitud, su persona, su cuerpo, pero necesitaba de él en cada momento aunque me sintiera como una mierda a su lado, pero sin él me sentía indefensa y sola. Un día, a los pocos meses de habernos casado llegó del trabajo a eso de las 11 de la noche, oliendo a alcohol que echaba para atrás. Yo le pregunté que si había bebido. Él me contestó fríamente «A ti qué te importa si he bebido, ¿A caso eres tú la que mantienes esta casa?» Tuvimos una fuerte discusión y ahí me dio por primera vez. Pensé que era algo aislado por su embriaguez. Al día siguiente cuando se levantó, bastante tarde la verdad me  vino por detrás y me abrazo dándome besos en la cabeza piediendome mil veces perdón y que no lo iba a hacer nunca más, que no sabía porque había tenido esa reacción.

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Desde ese día su actitud ya no era la misma, en casa era una persona fría, distante, calculadora, y fuera en la calle, un tío simpático, amable, hablaba maravillas de mi. Me tenía confundida. Cada vez que había una discusión por cualquier tontería teníamos más que palabras. Eran ya una costumbre sus empujones y sus golpes, no palizas pero si guantazos en la espalda, en la cabeza, en los brazos. Yo lo llegué a ver cómo algo normal. Hasta que un día estando de vacaciones con mi familia en la playa tuvimos una fuerte discusión porque según el yo me fijaba en los chicos jóvenes de la playa. Todo una paranoia de el claro, esos chicos estaban ahí y yo los miraba como miraba al resto de bañistas. Nos peleamos allí delante te todos y en uno de sus arrebatos, me dio un golpe en la cara que me tiro a la arena. Vino el socorrista y con él socorrista una patrulla de al policía y ver que es lo que estaba pasando. Nos llevaron por separado a tomar declaraciones, solo que él se quedó en calabozos un par de días. Yo regresé con mi familia tras haber puesto una denuncia y él lo hizo una semana después de todo eso. La situación era insostenible, él me pidió que retirará la denuncia porque había sido un malentendido, que me quería y me necesitaba a su lado, que el se equivoca pero también sabe pedir perdón, y así lo estaba haciendo. Lo perdoné de nuevo y volvimos a vivir juntos. Una semana duró la tregua, a los 8 días quede con unas amigas mías para ir al cine a ver una película y al regresar, ahí me estaba esperando borracho, y con una cara completamente desencajada. Me intentaba convencer que yo no tenía que ir a ninguna parte sin el, porque a saber lo que piensan de mí, que soy una mujer con pareja y no puedo, a ver si van a pensar que el es un cornudo y se van a reír de el. Aquella vez me dejo unas marcas que ya eran muy difícil de ocultar, en el trabajo me preguntaron y me rogaron que denunciara esa situación. Pero a mí ya no solo me daba vergüenza me daba miedo, a él le veía capaz de cualquier cosa con tal de ganar él esta batalla. Así han sido estos 15 años de relación, un caos, una carcel. No he sido capaz de despegarme de él y no sabría muy bien decir porqué. Quizá lo necesite, quizá no sepa estar yo sola, quizá no encuentre nadie más en mi vida. Lo necesito a mi lado, pero a su lado soy la mujer más infeliz del mundo. Hace unas semanas llamé al 016 y me ayudaron a salir por lo menos de casa. Ahora estoy en casa de mi madre, que la pobre sabe la mitad de lo que realmente estoy pasando. ¿Cómo puedo olvidarme de este hombre?
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