En «Qué falló en lo vuestro» hemos tratado en multitud de ocasiones el miedo a la soledad y lo que ello conlleva. Los humanos somos de estar en compañía, nos cuesta mucho y nos produce un miedo terrible la soledad, y más según vamos cumpliendo años. En cierto modo es normal porque eso nos hace más comunicativos y nos relaciona con los nuestros, sean amigos, familiares o nuestra pareja. Pero esto no implica que por no estar solos, estemos con personas tóxicas o que no hacen que nuestra vida personal crezca y se enriquezca. Yo siempre he dicho eso que «mejor solo que mal acompañado» Aunque pueda parecer un tópico, es más cierto que un templo. La soledad nos ayuda a conocernos mejor, nuestras virtudes y nuestros defectos también. La soledad nos hace más activos en nuestra vida, nos hace salir más de casa a nuestro aire e indirectamente relacionarnos con otras personas que nos puedan aportar cosas nuevas y quien sabe, un nuevo amor. Esto no quita que tengamos que buscar en nuestras amistades esos ratitos de distracción que nos van a venir estupendamente.
En conclusión, si no tienes pareja, no dudes en estar sola o solo una temporada, te conocerás mejor y aprenderás a quererte, que eso es la base para que el día de mañana puedas compartir tu vida con alguien que nunca sobrepase tu terreno.
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