La felicidad se puede elegir. Te contamos cómo hacerlo
Desde la observación «no se elige dónde, ni cómo» resulta injusto que por inercia, nos tengamos que conformar con lo que se nos adjudicó de serie cuando vinimos a este mundo.
Pero podemos sacarle mayor rendimiento a nuestras limitaciones. A través del aprendizaje de la capacidad de cada uno, se consigue atraer todo lo que aporta una garantía saludable y a la vez, se descarta aquello que anula la propia identidad y conduce al desgaste. Con los cimientos claros, el estilo de la construcción dependerá únicamente del gusto y de los elementos de quien escoge en su arquitectura. Por ejemplo, en valores morales, personales, familiares, laborarles y de aprendizaje, la humildad y la capacidad de rectificar. En este viaje de dificultades que es la vida, sin duda, encontrar la pareja perfecta puede desembocar en dos cosas: una, que se reafirme el deseo conjunto de evolucionar en la tarea compartida; o dos, que se anulen los sueños que desde el principio fueron el ideal de la felicidad. El secreto no es tal. Basta con querer aprender a ver y escuchar, y rechazar aquello que no aporte nada positivo. A partir de aquí, la felicidad se puede elegir.