Y ahora, la pregunta del millón: ¿Hay solución? Si, la hay… y nosotros vamos a dártela.
Cambia tu alimentación. Tan sencillo como esto, ya que está comprobado que la mayoría de las toxinas del cuerpo provienen de la alimentación
Toma nota, porque vamos a detallar algunos de los productos que debes incorporar de forma inmediata a tu dieta:
1. Frutas: enteras, que no estén endulzadas, congeladas ni envasadas en agua. Necesaria, la manzana, ya que es la más depurativa y saciante. Zumos naturales. El limón es el antioxidante por excelencia, contiene mucha vitamina C. Además, estimula la vesícula biliar, cooperadora en las funciones hepática y digestiva.
2. Verduras: preferiblemente de hoja verde, ya sean frescas, al vapor, salteadas, asadas o licuadas…ayudan a depurar la sangre, el sistema linfático y las células grasas.Las alcachofas, por ejemplo, son grandes aliadas frente a la retención de líquidos, además de estimular el flujo de la bilis. La remolacha es una gran depuradora del hígado. Además aporta hierro, calcio, betaína, vitaminas del grupo B y antioxidantes.
4. Almidones y granos sin gluten: arroz integral, trigo sarraceno, mijo, quinoa…
5. Proteínas animales que adquiriremos con la injesta de pescados de aguas frías (salmón, sardinas…), animales de caza, cordero magro, pato, pollo o pavo.
6. Proteínas vegetales que nos llegarán a través de los guisantes y legumbres.
7. Semillas, imprescindibles en nuestra dieta: nueces, avellanas, almendras, anacardos, castañas y semillas de sésamo, calabaza y girasol.
8. Aceites: Importante! el de oliva de primera prensada y en frio, aceite de lino, cártamo, sésamo, almendra, girasol, colza o calabaza.