La verdad es que la noticia ha dejado pasmada a la redacción de www.cadenadial.com. Por eso, nos hemos puesto a investigar y te asombrará lo que hemos encontrado.
Ya en el siglo 17 las mujeres cortesanas, en su empeño por tener la piel lo más blanca posible, comían trocitos de barro. Un hecho que Velázquez inmortalizó para siempre en su famoso cuadro de las Meninas. En él podemos observar como la menina María Agustina Sarmiento le está ofreciendo a la princesa Margarita de Austria una jarrita (búcaro) sobre una pequeña bandeja de plata.
El barro se vendía, precisamente, en búcaros, pequeñas cajitas metálicas muy decoradas. Los más caros y prestigiosos se fabricaban en Estremoz (Portugal).
Los cánones de belleza siempre han sido cosa caduca y por entonces, lo más de lo más era tener una tez blanca, casi traslucida.
¿Las consecuencias? Abundantes: desde obstrucciones intestinales y fuertes dolores hasta la muerte por intoxicación.
Esta es también una costumbre histórica en países de África donde se sufre desnutrición. El consumo de esta roca sedimentaria compensa la falta de metales en el cuerpo, como el zinc..