Pablo López nació en Málaga en un 11 de marzo de 1984 y como buen piscis, es un joven sensible, algo que sin duda proyecta en sus canciones. Desde muy pequeño sintió una gran pasión por la música. A los 4 años su madre le regaló su primera guitarra porque el «piano asustaba». Hoy, sin embargo, no podemos concebir a Pablo sin su piano, que es una extensión de él mismo en sus directos; el instrumento con el que ha mantenido una estrecha relación durante todos estos años.
A los 17 comenzó curtirse y a tocar en los hoteles de la Costa del Sol. Luego, como tantos otros jóvenes de nuestra generación, se marchó a Londres para buscarse la vida: trabajó de camarero y tocaba en el metro. En muchas de sus canciones encontramos una clara influencia británica: Pianos acelerados en Ví, tremendos ritmos en Dónde o canciones urgentes como Suplicando.
Once Historias y un piano es su álbum de debut. Ha sido grabado en Barcelona y masterizado en Londres y ha contado con la producción de Kim Fanlo. Sus temas hablan de amor y de sentimientos pero sin dejar de lado los problemas sociales. Un ejemplo de ello es Mi casa, una composición sobre la tragedia de los desahucios.
Sin duda es una de las revelaciones musicales del año y ha venido para quedarse.